y cenamos
mandarinas al sol
nos bebimos su jugo entre dulce y ácido
que alimenta y calma la sed.
y su aroma amarillo se nos queda en la nariz y en las manos
las manitos inquietas y gordas, como las mías, pero son de él
él, canción de cuna.
él, ojos-espejos-de agua.
él, ricitos de tierra que respira.
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